DÍA DE LA MADRE 03/04/13
El 5 de Mayo celebraremos el día de la Madre y me gustaría que hoy este balcón se nos llenase de rosas blancas y buganvillas imaginarias, para hablar de esa mujer que un día tomó la decisión de llevarnos en sus entrañas.
La mujer es libre e independiente, o por lo menos debería ser así, para tomar la decisión más importante de su vida, tener o no un hijo.
Decidir ser madre es lo más importante que le pude ocurrir a una mujer porque esa decisión conlleva un cambio radical en su vida, tanto física como mental, que no todas están dispuesta a asumir.
Una vez que se acepta que dentro de nuestro cuerpo nacerá otra vida, a partir de ese momento, ya nada será lo mismo.
Nosotros, los hijos, estamos tan acostumbrados a tener a una madre cerca que solo valoramos su presencia cuando desgraciadamente ya no existe.
Por eso quiero desde este balcón hacer el regalo más caro del mundo a mi madre, decirle en vida todo lo que siento por ella. Y digo regalo caro, porque el tiempo es oro, y a veces la falta de tiempo nos impide expresar lo que el corazón esconde.
Así que he hecho un hueco entre mis sentimientos y he detenido el tiempo, con los ojos cerrados, para pensar en ella y liberar las palabras que nunca le regalé a sus oídos.
Madre
aún estoy a tiempo de decirte todo lo que te admiro antes de que algún día ya no estés a mi lado.
Quiero darte las gracias porque asumiste cambiar tu vida para que la mía fuera mejor.
Gracias porque de ti aprendí amar sin egoísmos.
Gracias porque me enseñaste que la humildad hace grande a las personas y que la envidia solo la padecen personas desgraciadas que no se quieren a sí mismas.
Gracias porque a través de tus ojos he comprendido que la vida tiene muchos matices y que a veces una madre tiene que tomar decisiones dolorosas para que un hijo no se pierda en el camino.
Gracias porque has conseguido que mis pasos sean firmes sin tener que pisotear a nadie en ese camino.
Gracias por ser la mujer más feliz del mundo si yo soy feliz y gracias por levantarme cuando has visto mi caída.
A una madre no se le entrega un manual donde explique como tiene que actuar con un hijo, ese manual viene de serie en el corazón de la mujer.
Quiero que sepas, madre, que el día que tus canas velen tus ojos, y tus manos tiemblen, sin fuerzas, al agarrar las mías, yo estaré a tu lado.
Y estaré ahí, no porque me hayas parido sino porque me has criado a golpe de sentimientos e intuiciones, con tus errores y con los míos. Y porque decidiste un día asumir la responsabilidad de hacerme fuerte ante la vida sin “tirar la toalla” ante los problemas que surgieran.
Y estaré ahí, aún cuando tus oídos ya no me escuchen ni tus pasos me acompañen, no porque me hayas parido sino porque me has criado con dignidad y amor infinito.
Gracias madre, la única herencia que espero de ti es que tu recuerdo no se borre nunca de mi mente y que ese manual que has sabido emplear conmigo yo sea capaz de trasladarlo mis hijos.
Gracias madre, mi admiración y respeto te lo has ganado aunque el premio solo sea estas humildes y sinceras palabras en un balcón repleto de rosas blancas y buganvillas imaginarias.
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