Quiero, desde este blog, que si alguna mujer que me lee se siente humillada o maltratada, sepa que siempre hay una esperanza y que es ELLA la única que debe tomar la decisión de cambiar su destino y que los DEMÁS siempre estaremos para apoyarla.
Por Nurya R.
ANGUSTIA
Sentada sobre un desvencijado y polvoriento diván, soñaba en mi duermevela con poder volar…de pronto… un portazo me paralizó el alma, el corazón empezó a latir galopando más rápido que mis pensamientos, un sofoco en mi piel me erizó el vello, un ahogo en la garganta oprimía mi pecho y cualquier intento de moverme.
Un grito se extinguió dentro de mi reseca boca.
Por unos segundos, volvió la calma, y el silencio, y luego la desesperación, y el desaliento…y como siempre, quise desaparecer con sólo poder cerrar los ojos y una vez más, comprendí que un juego de magia no me iba a salvar de ese tormento…no pude más…
Y me abandoné a su terror…
ESPERANZA
Bajé deprisa con las maletas enrojeciendo mis manos. Cuando llegué al coche me di cuenta que me había dejado las llaves en la casa y no quería volver allí por nada del mundo.
Decidí ir a la parada de taxi más cercana.
Caía la noche. Las estrellas parecían mirarme a lo lejos. La luna casi me guiña un ojo al observarla.
Recorrí, con paso firme y el corazón acelerado, mirando de un lado a otro, varias calles poco iluminadas en aquella gélida noche de invierno.
Creí escuchar como alguien me llamaba. Aceleré el paso. La parada de taxi estaba a la vuelta de la esquina, el camino se me hacía interminable.
De nuevo, mi nombre resonó con un eco mortífero. El miedo me paralizó.
En unos segundos interminables, mientras el sudor resbalaba grotescamente por mi frente, vi su figura reflejada por la luz de la farola cerca de mi.
Quise gritar y la voz se confundía con los sonidos de la noche.
Quise llorar, y las lágrimas me impedían ver.
Quise pensar, y los pensamientos huyeron despavoridos.
Entonces, solté las maletas, lo miré a esos ojos tan llenos de odio que en otra época tanto amé y le supliqué, le pedí perdón por todo, por nada y por más, y sin fuerzas ya, le pedí que terminara con aquella pesadilla.
Y terminó…en aquella aséptica habitación de hospital con el cuerpo magullado, la cara deformada y la nariz rota.
Y entonces…
Quise gritar y un hilo de voz pidió por primera vez, ayuda.
Quise llorar y las lágrimas quemaban aún más mis heridas.
Quise pensar y aquellos pensamientos que me habían abandonado, volvieron a hurtadillas primero, en tropel después y me obligaron, de una vez por todas, a reaccionar.
ALGÚN DÍA
Algún día
mi corazón será una piedra.
Algún día
mis ojos brillarán de esperanza nueva.
Algún día
mis manos desatarán tus cuerdas.
Entonces reiré feliz,
cantaré mil canciones
compuestas de lágrimas vivas,
bailaré el único son que conozco,
el mío,
y por fin, viviré.
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