ARTÍCULO PARA ONDA CERO “EL BALCÓN DEL
ESTRECHO”: GEORGE MOUSTAKI 29/05/13
("Buenos días María, sabes que me gusta homenajear en
mis artículos a los grandes que nos abandonan para no perder nunca el norte de
dónde venimos, por eso esta vez quiero hacer mención en mi artículo a uno de
los artistas de las letras más importante de su época, George Moustaki").
El día 23 de mayo fallecía a los 79 años, Giuseppe
Mustacchi, el trovador de la ternura como lo llamaron algunos, quien lideró con
sus canciones inolvidables el movimiento del 68 francés. ¡Qué diferencia con
los movimientos juveniles de hoy en día!
George Moustaki, nombre que adoptaría de su maestro y
admirado canta-autor George Brassen, convirtió la protesta pacífica, bajo las
letras de sus canciones, su forma de vida y
por ello será recordado.
Allí, en aquel Mayo de París, como dice Sabina en una
de sus canciones, mientras él hacía su propia revolución, yo abría los ojos al
mundo en el otro Sur del Sur, aquí abajo, tan cerquita de Assilah, Marruecos,
donde un día un grupo de músicos marroquíes le enseñó, a este canta-autor
políglota, que su apellido, Moustaki,
era el nombre de una forma musical basado en el color amarillo y él ese
comentario lo llevó tan a gala que lo incluiría después en su libro
autobiográfico.
Sí, en el 68, mientras jóvenes estudiantes protestaban
en contra de la sociedad de consumo poniendo al gobierno de Charles DeGaulle
contra las cuerdas, George Moustaki creaba su mayor éxito musical “Le metéque”
(el extranjero) que marcaría a toda una generación de jòvenes salidos de las
barriadas parisinas.
Desde hace ya varios años, este barbudo, libérrimo e
incansable viajero se había retirado de los escenarios, su enfermedad incurable
le imposibilitaba seguir cantando pero con ese aire transgresor de siempre
reconocía haber tenido una vida apasionante y que esperaba que así siguiera
hasta el final.
Antes de la revolución del 68 ya se conocía su figura.
Su amante, una de las más grandes voces francesas femeninas de ayer y de hoy,
Edith Piaff, le abría las puertas de los escenarios. Yo empezaba, por
entonces, a despertar mis oídos con las canciones de
Moustaki y de la Piaff:
Con mi hocico de metéque (extranjero)
de judío errante , de padre griego
y mis cabellos a los cuatro vientos.... Así comenzaba
la canción que revolucionó París. ¿Cómo una letra tan autobiográfica, tan poco
beligerante y tan menos crítica pudo llegar a ser la bandera de una revolución?
Impresionante, creo yo, ahí reside el arte.
Mucho se puede hablar de él, yo puedo decir que a mi
me sedujo en la distancia, con su voz dulce, sus firmes ideas, sus letras de
libertad y ese amor acérrimo a las mujeres, a la literatura y a la vida.
Poco a poco se nos van yendo los mejores, de Moustaki
nos quedará el recuerdo y sus 300 canciones.
En su última entrevista, antes de marcharse,
sentenció: “He aprendido que lo que creemos adquirir es solo una ínfima parte
de lo que nos queda por descubrir.”
George Moustaki era, como todos los poetas, alguien
diferente. Descanse en paz junto a la tumba de su siempre bien-amada Edith Piaff,
dos vidas paralelas unidas por las
letras y la música, con el altruismo suficiente para que todos pudiésemos
disfrutar de ellas.
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